Antonio Granados Valdés: un siglo de vivencias
Descargar PdfEl museo Vázquez Díaz de Nerva prepara una exposición antológica del pintor, grabador, dibujante y crítico de arte, Antonio Granados Valdés, con motivo de los 100 años que cumplirá próximamente. A comienzo de junio, el mismo autor entregaba en mano al hasta hace unos días alcalde de Nerva, Domingo Domínguez, 75 obras nuevas para la muestra que se inaugurará en agosto, coincidiendo con las fiestas patronales de la localidad minera.
Según informa Juan A. Hipólito para Onda Minera RTV Nerva y Huelva Información, la entrega se realizó aprovechando una visita de Domínguez, acompañado de su concejal de Cultura, Isidoro Durán, y el senador onubense, Amaro Huelva, al domicilio particular de Granados en Madrid, donde reside desde hace décadas. Querían comentarle en persona la intención de prepararle una magna exposición en su Nerva natal, con motivo del centenario de su nacimiento.
A pesar de su avanzada edad, Granados se encuentra fenomenal, a excepción de una irreparable pérdida de visión que le impide pintar desde hace unos años. A la puerta de su casa en el distrito de Chamartín recibe con el brío que le caracteriza a la comitiva onubense. Nada más entrar en su hogar se percibe el ambiente artístico e intelectual que siempre ha rodeado al también literato. No hay pared que no esté vestida por una obra de arte, ni estantería de libros por la que encontrar hueco alguno.
Siempre estuvo comprometido con la libertad
Nada más invitarles a tomar asiento, Granados empieza a departir con sus invitados todo tipo de aventuras y desventuras vividas a lo largo de su longeva vida: sus inicios en las Juventudes Socialistas cuando tan solo contaba con 14 años de edad; la amenaza de la empresa minera de Riotinto de despedir a 3000 trabajadores en 1932, a la que se opuso el ministro de Trabajo, Francisco Largo Caballero; su participación en la huelga general revolucionaria del 34, etc.
“Eran tiempos convulsos”, recuerda Granados, “y los jóvenes teníamos que organizarnos para plantar cara a lo que se nos avecinaba”. Por aquel entonces las reuniones en la Casa del Pueblo eran constantes y las tertulias revolucionarias entre jóvenes dirigentes se sucedían una tras otra. Recita los nombres de sus compañeros como si fueran a responder a su llamada, “López Real, Romero Marín, por aquel entonces socialista, Fausto…”.
Lo recuerda todo como si lo hubiera vivido ayer mismo. Granados tiene una memoria prodigiosa. La comitiva política que lo visita en su casa madrileña no sale de su asombro y él continúa con su retahíla de acontecimientos: los Gobiernos republicanos de derechas y de izquierdas; el alzamiento militar y el asesinato de su primo, el teniente Tomás de Prada, a manos de las fuerzas sublevadas; su propia detención, tortura y condena a muerte, más tarde conmutada; su paso por La Legión, etc.
Fue discípulo de Vázquez Díaz
En un momento determinado de la charla, el concejal de Cultura se interesa por el ambiente artístico que vivía Nerva en sus mejores años y por la relación que Granados llegó a mantener con el pintor Daniel Vázquez Díaz. “Yo empecé a dibujar en la escuela de Fontenla con Labrador, pero a Vázquez Díaz no lo llegué a conocer en persona hasta final de los años 40 del siglo pasado. Fue mi mujer quien me animó a viajar a Madrid para presentar mis trabajos al maestro. Enseguida congenié con él y accedió a enseñarme. Pintaba todo los días bajo la supervisión del maestro. Allí conocí a otros alumnos que después se ganaron su propia fama como, Rafael Canogar o Agustín Ibarrola”, recuerda.
En sus inicios también fue asesorado por el famoso pintor asturiano Evaristo Valle. A comienzo de los años 50 empieza a exponer sus primeras pinturas en muestras individuales y colectivas realizadas en Madrid. Después le siguieron varias exposiciones en Gijón, donde llegó a residir durante varios años, Oviedo, Sevilla, etc.
En enero de 1954 recibió una invitación para exponer en el Museo de Bellas Artes de Caracas, Venezuela, y un año más tarde ya estaba emprendiendo una nueva vida al otro lado del Océano Atlántico, que se prolongó por espacio de 23 años.
Trabajó por y para la cultura a ambos lados del Atlántico
En Caracas ejerció como profesor de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela y como director de su División de Extensión Cultural ejerció la docencia durante más de veinte años. Además, fue comisario y organizador de exposiciones nacionales e internacionales, así como de diversas actividades culturales y artísticas. También colaboró en diarios y revistas con artículos de crítica de arte ilustrados por sus propios dibujos.
A su regreso a España en 1978 se instala en Madrid y empieza a ejercer la crítica de arte en diversas publicaciones, pero no tarda mucho en volver a crear como pintor y como literato. En ocasiones vuelve a su localidad natal para entregar diferentes lotes de libros de arte a la Biblioteca Municipal José María Morón, presentar algún que otro libro autobiográfico, y donar un buen número de obras de arte al museo que lleva el nombre de su maestro.
Su avanzada edad le impedirá desplazarse hasta la tierra de artistas que le vio nacer hace un siglo para presenciar la inauguración de su exposición antológica, pero seguro que hasta Madrid le llegarán los ecos de un nuevo éxito que sumar a su amplia y provechosa carrera.
Antes de despedir a su visita, el artista centenario le hace una última petición al que en ese momento seguía siendo alcalde de Nerva. “A ver si podéis poner bien mi apellido en la placa que lleva mi nombre. Es Granados con s final, no Granado, como pone en la placa”, subraya antes de enviar un saludo muy cordial a todos sus paisanos.
Ese mismo día, ya por la tarde, el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Nerva, Isidoro Durán, entrega los dibujos del pintor al director del museo Vázquez Díaz, Juan Alfonso Barba, para que se ponga a trabajar ya en el diseño de la exposición que se presentará en agosto. Se trata de 75 dibujos hechos a lápiz de cera y tinta de color sobre más de una treintena de aves y animales exóticos que estuvieron apunto de viajar a Italia para quedarse en manos de un importante coleccionista privado, pero que finalmente recaen en Nerva para uso y disfrute de todos sus habitantes. Estas obras completarán el conjunto de pinturas y dibujos que Granados donó al museo en su día.